jueves, 15 de marzo de 2012

Devoción a San José





UNA DEVOCIÓN QUE NOS HACE MUCHO BIEN:
LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
La experiencia enseña que quién vive junto a un horno que tenga altísima temperatura necesariamente se conserva con mayor calor que los que están retirados del fuego, y que una tela que se adhiere a un perfume finísimo adquiere también su suave aroma. San José vivió durante muchos años junto al más alto horno de caridad que ha existido en la tierra que es Jesucristo, y junto a la Madre de Dios que siempre ardió en amor hacia Nuestro Señor y en caridad hacia los demás. Y nadie como ellos dos ha exhalado tan exquisito perfume de santidad. Por eso necesariamente San José tuvo un altísimo grado de amor a Dios y de caridad hacia el prójimo y se contagió con la santidad de Jesús y María. Imposible que quien se acerca a un grande incendio no participe del calor de sus llamas. ¿Y qué mayor llama de amor sobrenatural puede haber que el que ardió en los corazones de Jesús y María? Y José estuvo allí junto a ellos mucho tiempo.
     Cuando Dios confiere a una persona una responsabilidad especial le concede por justicia las cualidades que necesita para ejercer el oficio que se le ha encomendado. Y a San José le encomendó Nuestro Señor la altísima responsabilidad de ser el custodio de los dos más grandes tesoros que el Creador ha enviado a este mundo: El Hijo de Dios y la Madre del Redentor. Por lo tanto sin duda alguna le concedió al Santo Patriarca todas las excelsas cualidades que necesitaba para una responsabilidad tan delicada e inmensa.
     Intervenciones admirables. Son muchas las maravillas que se cuentan acerca de las intervenciones que este gran santo ha hecho a favor  de quienes se le encomiendan con fe. Concede ayudas en lo espiritual y en lo material; consigue luces e iluminaciones del cielo para poder resolver problemas y dificultades, y se convierte en un magnífico director invisible para enseñar a orar y a meditar. Si alguien no tiene quien le enseñe a orar y a meditar que se encomiende a este poderoso santo y verá resultados que superan todo lo que esperaba.
     Cristo le demuestra su gratitud. Si Nuestro Señor concede tantísimos favores a sus devotos por intercesión de los demás santos, por haberle sido ellos tan fieles en esta tierra y haberle demostrado tanto amor, ¿cuántos más favores concederá por intercesión del que por 30 años se dedicó día y noches a atender, proteger, ayudar, amar y hacer felices a Jesucristo y a su Santísima Madre? Jesús que es el mejor de los hijos ¿podrá dejar de recompensar eternamente a este padre adoptivo suyo que no hizo sino amarlo e interesarse por él en esta tierra? Cristo tiene en el cielo las mismas cualidades que tenía en la tierra. Y aquí amó y apreció inmensamente a San José. Por lo tanto en el cielo lo sigue amando y le concede cuánto le pida para nosotros.
     Un favor especial. Santa Brígida y San Bernardino se Siena propagaron mucho la devoción a San José, y estos dos santos recomendaban que le pidamos a tan amable Patrono una gracia muy especial: que nos enseñe a amar a Jesús como él lo amo.
     Algo digno de envidiar. San Juan evangelista recostó su cabeza sobre el Corazón de Cristo en la Última  Cena. Esto es algo que merece una santa envidia. Pero San José tuvo a Jesús niño sobre su corazón muchas veces, en sus brazos por mucho tiempo y en su casa hasta los 30 años. Que felicidad digna de santa envidia.
     Agradable experiencia. Al tratar con personas fervorosas se logra constatar que no se encuentra alguien que le tanga devoción a  San José y le demuestre que sí lo ama y confía en él, y que no aproveche y crezca en la virtud. Son asombrosos los favores que se reciben encomendándose a él y los peligros de que se logra librar. Basta hacer la experiencia de rezarle con devoción, y pronto se nota cuán provechosa es esta devoción. Otros santos tienen especialidad para ayudar en determinados asuntos, pero a San José le ha concedido Dios la especialidad para ayudar en toda clase de problemas. Los santos son grandes porque obedecieron a Cristo. San José es grande porque Cristo le obedeció a él.
     Gran santidad. El evangelio dice que San José era ya justo antes de casarse. ¿Cuánto más santo llegaría a ser al vivir junto a la más santa de las mujeres y al que es santísimo por excelencia Cristo Jesús? San José: pídele a Jesús y María que nos conceda la gracia de amarlos a ellos como tú los amaste, y de lograr llegar a ser santos. Amén.
 
Tomado del Libro: "El combate espiritual" (cap. 46), P.Lorenzo Scúpoli.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios, nos ayudan a mejorar este espacio. Jesús, José y María te Bendigan.