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San José es el
mayor de los santos después de María. Esta doctrina está hoy
generalmente aceptada. León XIII, en la Encíclica Quamquam plures,
escrita para declarar a San José patrono de la Iglesia universal, dice:
"Como San José estuvo unido a la Santísima Virgen por el vínculo
conyugal, no cabe la menor duda que se aproxima más que persona alguna a
la dignidad sobreeminente por la que la Madre de Dios sobrepasa de tal
manera a las naturalezas creadas ... ; si, pues, Dios le dio por esposo a
José, ciertamente no sólo se lo dio como ayuda en la vida, sino que
también le hizo participar, por el vínculo matrimonial, en la eminente
dignidad que Esta había recibido".
Juan
XXIII, en el año 1962, enseña: «San José, ilustre descendiente de
David, luz de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardián de su
virginidad,padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de
Cristo, Jefe de la Sagrada Familia; fue justísimo, castísimo,
prudentísimo, fortísimo, muy obediente, fidelísimo, espejo de paciencia,
amante de la pobreza, modelo de obreros, honor de la vida doméstica,
guardián de las vírgenes, sostén de las familias, consolación de los
desgraciados, esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos,
terror de los demonios, protector de la Iglesia Santa. Nadie es tan
grande después de la Virgen María".
La razón de esta preminencia está en la plenitud de gracia recibida por San José, proporcionada a su misión de padre nutricio de Jesús, puesto que fue directa e inmediatamente elegido por el mismo Dios para esta misión única en el mundo. La misión de San José, en efecto, supera el orden mismo de la gracia y linda con el orden hipostático constituido por el misterio mismo de la Encarnación.
"La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Por eso, desde hace muchos años, me gusta invocarle con el título entrañable: Nuestro Padre y Señor». Las virtudes de San José señaladas por Juan XXIII son un espléndido modelo propuesto para nuestra imitación. "Nuestro Padre y Señor San José es Maestro de la vida interior.-Ponte bajo su patrocinio y sentirás la eficacia de su poder".
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