El esposo de María Santísima, nuestro padre y señor San José, es uno
de los personajes singulares que fue prefigurado desde el inicio de la
Revelación divina.
En los textos del Génesis en que se menciona a José,
Patriarca de Egipto, se van descubriendo al mismo tiempo las virtudes y
la figura de San José, si bien en una forma pálida y lejana, porque las
figuras son sólo sombras de la realidad y porque José, en algunos
aspectos de su vida, es también figura de Jesucristo nuestro Señor.
“Era José de hermosos semblante y gallarda presencia. Yahvéh lo
asistía de modo especial, y así fue siempre hombre afortunado. Todo lo
que él hacia, Yahvéh lo llevaba a buen término a través de sus manos. Su
padre lo amaba más que a todos sus hijos. José fue constituido
mayordomo de una casa, administrando todas las posesiones de su amo, y
la bendición de Yahvéh descendió sobre todas las posesiones que
administraba. En Egipto el faraón fue consciente de que sobre él residía
el espíritu de Dios, y nadie era tan inteligente y sabio como él,
puesto que José había sido instruido por Dios. El faraón puso a José al
frente de toda su casa; a su mandato se doblegaba todo el pueblo. Sólo
el faraón lo aventajaba en poder, habiendo recibido del faraón su anillo
real y vestiduras preciosas. Cuando llegaron grandes necesidades y el
pueblo acudía al faraón pidiendo remedio, les decía: `Id a José, y
haced lo que él os diga´; pues para la conservación de la vida de todos
había enviado Dios a José a aquellas tierras. Y el pueblo le decía: `En
tus manos está nuestra salvación´. Y Dios engrandeció al pueblo elegido,
por su ministerio” (Génesis, cc. 37 y ss).
Estas palabras, que relatan las virtudes y trabajos del
patriarca de Egipto, nos dan idea de la grandeza de San José, esposo de
María y padre virginal de Cristo, patrono de la Iglesia Universal, jefe
de la Sagrada Familia y modelo de vida interior.
San José fue de hermoso semblante y gallarda presencia,
joven y fuerte, que eran dotes necesarias para poder vivir el papel que
Dios le destinó en la historia de la Redención. Por su unión con María, y
al ser el custodio de Cristo, es el más afortunado de los hijos de los
hombres, pues es amado en forma particularísima por Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu Santo, y también es amado de manera especial por
María, Madre de Dios y Madre nuestra, y por todos los cristianos.
Las virtudes del patriarca de Egipto figuran las de San
José, nuestro padre y señor; los mayores tesoros de Dios fueron
encomendados a su protección, y él les sirvió fidelísimamente y ejercitó
al mismo tiempo plenos poderes al hacer cabeza del hogar de la Sagrada
Familia.
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